Preocupada por las menores tasas de crecimiento que vivían las economías desarrolladas, la canciller Angela Merkel decidió llamar a Jeremy Rifkin. Quería consultarle qué podían hacer en Alemania para recuperar mayores tasas de crecimiento.

Rifkin aún no había escrito La Sociedad del Costo Marginal Cero (2014) ni La Tercera Revolución Industrial (2011). Pero ya había planteado las ideas centrales de este último. El capitalismo como lo conocemos hoy en día, nos dice, llegará a su fin como consecuencia de las dos tecnologías clave del siglo XXI: Internet y las energías renovables.

La primera noche de conversación con Merkel, ante la inquietud que la canciller le planteó, Rifkin le respondió con otra pregunta: ¿qué se puede hacer cuando se está en las últimas fases de una era que está llegando a su fin (la segunda revolución industrial), que no puede aportar más al aumento de la productividad ni lo hará al crecimiento económico? Lo que Rifkin le planteó fue que la única salida era subirse a la nueva ola que estaba en marcha, la de las nuevas tecnologías.

Después de algunos días de conversación, la convenció. Merkel le dijo que quería una tercera revolución industrial para Alemania. Rifkin, que ya para entonces había escrito El fin del trabajo (1995) y había advertido desde inicios de este siglo sobre los riesgos del cambio climático pero también las oportunidades que significaba, se convirtió en su asesor.

Desde entonces, Alemania ha apostado de lleno a la inversión en las energías renovables. Hoy en día, este tipo de generación alcanza el 27% del total, y en el siguiente quinquenio llegará al 35%.

La apuesta por este tipo de energía no es sólo por el aporte que significa para el control del cambio climático. Forma parte de un concepto más amplio y que va más allá de subirse a la nueva ola global y así aumentar la productividad. Para Rifkin, el mundo va camino hacia un nuevo modo de capitalismo que estará basado en lo que el llama la teoría o La Sociedad del Costo Marginal Cero, donde el sentido de la propiedad cambiará y lo prioritario será el acceso.

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Como ejemplo Rifkin cita lo que ya viene ocurriendo con la música en Internet, con las iniciativas para compartir autos en algunas partes del mundo, así como los proyectos para, por ejemplo, "compartir" los juguetes que los niños dejan rápidamente de usar. Con la mayor capacidad de generar datos, este proceso se acelerará en varios sectores, rubros, etc, asegura. Pero no sólo eso. También se acelerará lo que hoy en día es ya una realidad. La Internet de las cosas. Para Rifkin, en muy poco tiempo será posible ir a una tienda por departamentos y decir: quiero este modelo de camisa, pero en el color de aquella y en esta talla. Y uno saldrá en 10 minutos de la tienda con la camisa que exactamente quería. ¿Cómo será posible esto? Gracias a las impresoras 3D, que están ya presentes en el mercado para ciertos productos y que, por ejemplo, pueden ser adquiridas para que una mañana cualquiera una mujer se levante, decida que ese día le provoca un color particular para maquillarse, programe la impresora y obtenga exactamente la tonalidad que estaba buscando. Conforme pase el tiempo, las impresoras 3D estarán en capacidad de producir cosas cada vez más complejas y cada vez a un menor precio.

Todo esto será posible por una razón. No sólo los costos de acceder a las nuevas tecnologías se está reduciendo de manera acelerada, sino que el costo marginal de acceder a aquello que queremos tenderá a ser cero en el futuro, como lo es ya ahora en algunos casos.

Y es en este concepto que también entran las energías renovables. Para Rifkin, en diez años veremos a decenas de miles de personas y empresas generando su propia energía. Y en 25 años, habrá millones de personas en el mundo que generarán su propia energía desde sus hogares. Ello gracias a que el precio de acceder a estas tecnologías se ha reducido considerablemente y que el costo marginal de producción de energía es muy bajo. Y a que cuanta más gente se incorpore a su uso, será más bajo aún.

Es por esta razón que para Rifkin, la reducción de los gases efecto invernadero que genera el cambio climático más que un costo implica una gran oportunidad para subirse a la ola de la tercera revolución industrial, y quienes no se suban perderán esa oportunidad. Sólo en los países que logren agarrar esta nueva ola, asegura, será posible generar nuevos puestos de trabajo. Porque las funciones que conocemos de la anterior revolución industrial desaparecerán o serán reemplazadas por una máquina.

Sobre el cambio climático, durante su exposición en el IV Congreso del Futuro: Las encrucijadas del siglo XXI, Rifkin nos recuerda que el 95% de las especies que han habitado la tierra han desaparecido, como consecuencia de las cinco etapas de extinción de la vida que ya ha sufrido el planeta y de las cuales lograron sobre vivir sólo unos pocos. Nos recuerda también que somos una especie bastante joven para la historia de la tierra. Apenas llevamos 175.000 años como especie habitando este planeta. Y depende de nosotros más que nadie que no terminemos formando parte de esta sexta etapa de extinción que, aunque no seamos conscientes, ya está en curso.

¿Nos subimos a la ola o seguimos discutiendo la Ley Pulpin?


[foto de cabecera: schoenhaesslich.de]

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