Escribe: David Rivera

Benanzio Chañi tiene 75 años y vive en Huamanruro, a dos horas de Juliaca. Nuestra visita coincide con los días en los que una ola de frío arremete en la Sierra, con temperaturas de hasta -15º. En nuestro hotel, en Juliaca, se han acabado las estufas. Todos han pedido una y no hay para todas las habitaciones. Benanzio está sentado y tiene la voz prácticamente apagada. Apenas alcanza a decirme que no puede caminar por el reumatismo que lo aqueja debido al frío que ha padecido toda su vida. He llegado a este centro poblado el día en que él recibe una de las casas construidas por el gobierno para proteger contra el friaje a las familias de las zonas alto andinas. Días después conoceríamos una iniciativa del Grupo Inca para ayudar a los productores de Alpaca contra el mismo mal y evitar que continúe su migración hacia zonas con mejor calidad de vida.

El mismo día, después de estar perdidos en trochas que se bifurcaban una tras otra, llegamos a Llalli, donde decidí quedarme para la inauguración que el ministro de Vivienda haría de una planta de tratamiento de agua. Ya es de noche, arrecia el frío y cuando Von Hesse acaba de hablar no hay aplausos, solo voces que piden pistas y veredas. Recordamos que en Huamanruro si bien hubo banda musical y hasta lágrimas, también un cartel que pedía lo mismo. La precariedad es tanta, que las necesidades aparecen una tras otra.

¿Por qué esta historia? Nuestras columnas que llamaban la atención sobre la necesidad de que crezca el Estado suscitaron reacciones como la de Aldo Mariátegui, y respuestas reflexivas como la del director de Perú 21. Juan José Garrido analiza la evolución del gasto público de los Estados desarrollados, señala que el del Perú es acorde con el de dichos países cuando tenían similar ingreso per cápita y plantea la paradoja de si los Estados crecen a medida que los países se hacen ricos o antes.

los países más ricos son los que mayor gasto público como porcentaje del pbi tienen. Fuente: Bloomberg/OCDE

Un reciente artículo de Bloomberg recuerda que investigaciones de Daron Acemoglu, economista del MIT y estudioso del desarrollo de las naciones, demuestran que los Estados débiles retienen el crecimiento, que los gobiernos que aplican impuestos y regulan de manera efectiva son capaces de proveer más bienes públicos, y que son estos los que impulsan la economía. Un Estado no debe ser muy grande, y debe ser eficiente, pero como dice Acemoglu, un Estado pequeño y débil puede ser tan malo como uno grande. El FMI también lo ha dicho. La redistribución del ingreso impulsa el crecimiento.

Tenemos dos opciones. O quedarnos atrapados en la aparente paradoja conceptual o guiarnos por la realidad. No se le puede exigir eficiencia a un Estado que casi no existe en lugares como Puno. Habría que preguntarse además si cuando los países hoy desarrollados tuvieron nuestro nivel de ingreso per cápita, habían llegado a los niveles de informalidad e ilegalidad que tiene hoy el Perú. Nuestro “modelo” ni siquiera ha priorizado la acción del Estado en la promoción de oportunidades económicas descentralizadas. Sobre este punto, volveremos la próxima semana con una historia desde Arequipa.